Un muy instructivo texto en el cual Gramsci critica al filosofo y político Benedetto Croce por su erronea interpretación de esta ley, definida por Marx como"la mas importante de la economía política".
La caída tendencial de la tasa de beneficio. En el escrito acerca de la caída tendencial de la tasa de
beneficio hay que registrar un error fundamental de Croce. Este problema está
ya planteado en el primer volumen del Capital,
donde se habla de la plusvalía relativa; en el mismo punto se observa que en
este proceso se manifiesta una contradicción, o sea: mientras que, por un lado,
el progreso técnico permite una dilatación de la plusvalía, por la otra
determina, a causa del cambio que introduce en la composición del capital, la
caída tendencial de la tasa de beneficio, y esto se demuestra en el tercer
volumen del Capital: Croce
presenta como objeción a la teoría expuesta en el tercer volumen la parte del
estudio del tema contenida en el volumen primero, o sea: expone como objeción a
la ley tendencial de la caída de la tasa de beneficio la demostración de la
existencia de una plusvalía relativa debida al progreso técnico, pero sin
aludir en absoluto al volumen primero, como si la objeción procediera de su
cerebro, o como si fuera, incluso, una cuestión de sentido común.
En cualquier caso, hay que
precisar que la cuestión de la ley tendencial de la tasa de beneficio no puede
estudiarse solamente en base a la exposición dada en el volumen tercero: este
estudio es el aspecto contradictorio del que se da en el volumen primero, y del
cual no puede separarse. Además, habrá que determinar tal vez mejor la
significación de ley "tendencial"; puesto que toda ley en la Economía política tiene
que ser tendencial --dado que se obtiene aislando un determinado número de
elementos y pasando, por tanto, por alto las fuerzas contraoperantes-- habrá
quizá que distinguir un grado mayor o menor de tendencialidad, y mientras que
por lo general el adjetivo "tendencial" se entiende como obvio, se
insiste, en cambio, en él cuando la tendencialidad se convierte en un carácter
orgánicamente importante, como en este caso en que la caída de la tasa de
beneficio se presenta como el aspecto contradictorio de otra ley, la de la
producción de la plusvalía relativa, y la una tiende a dominar a la otra con la
previsión de que la caída de la tasa de beneficio prevalecerá. ¿Cuándo se puede
imaginar que la contradicción llegará a un nudo gordiano, irresoluble
normalmente y necesitado de la intervención de una espada de Alejandro? Cuando
toda la economía mundial sea capitalista y haya conseguido un cierto grado de
desarrollo; o sea, cuando la "frontera móvil" del mundo económico
capitalista haya alcanzado sus columnas de Hércules. Las fuerzas que
contrarrestan la ley tendencial y que se resumen en la producción de una
plusvalía relativa creciente tienen sus límites, dados, por ejemplo,
técnicamente por la extensión y la resistencia elástica de la materia, y
socialmente por la medida soportable de paro en una determinada sociedad. O
sea: la contradicción económica se convierte en contradicción política y se
resuelve políticamente en una inversión de la práctica *.
* Acerca
del tema de la disminución tendencial de la tasa de beneficio, recordar un
trabajo reseñado en el primer año de los Naovi
Studi y debido a un
economista alemán, discípulo disidente de Franz Oppenheimer, y un volumen, más
reciente, de Grossmann, reseñado en la revista Economia, de Trieste, y en la Critique Sociale, de Lucien
Laurat.
Hay que observar, además,
que Croce olvida en su análisis un elemento fundamental de la formación del
valor y del beneficio, o sea, el "trabajo socialmente necesario",
cuya formación no puede estudiarse ni registrarse en una sola fábrica o empresa.
El progreso técnico da precisamente a la empresa individual la chance molecular de aumentar la
productividad del trabajo por encima de la media social, y realizar, por tanto,
beneficios excepcionales (como se estudia en el primer volumen), pero, en cuanto
que el progreso en cuestión se socializa, esa posición inicial se pierde
gradualmente y funciona la ley de la media social del trabajo, la cual baja los
precios y los beneficios a través de la concurrencia: en este punto se tiene
una caída de la tasa de beneficio, porque la composición orgánica del capital
se manifiesta desfavorable. Los empresarios tienden a prolongar cuanto les es
posible la chance inicial, incluso por medio de la
intervención legislativa: defensa de las patentes, de los secretos industriales,
etc., intervención que, de todas maneras, tiene que ser limitada a algunos
aspectos del progreso técnico, aunque sin duda tenga un peso nada despreciable.
El medio más eficaz de los empresarios
individuales para evitar la ley de la caída consiste en introducir
incesantemente nuevas modificaciones progresivas en todos los campos del
trabajo y de la producción, sin descuidar las aportaciones mínimas de progreso
que, multiplicadas a gran escala en las empresas muy grandes, dan resultados
muy apreciables. Toda la actividad industrial de Henry Ford se puede estudiar
desde este punto de vista: una lucha continua, incesante, para eludir la ley de
la caída de la tasa de beneficio manteniendo una posición de superioridad sobre
sus competidores. Ford ha tenido que rebasar el campo estrictamente industrial
de la producción para organizar también el transporte y la distribución de su
mercancía, determinando así una distribución de la masa de la plusvalía más
favorable al industrial productor.
El error de Croce tiene
naturaleza varia: parte del presupuesto de que todo progreso técnico determina
inmediatamente, como tal, una caída de la tasa de beneficio, cosa errónea,
porque El Capital afirma sólo que el progreso técnico
determina un proceso de desarrollo contradictorio, uno de cuyos aspectos es la
caída tendencial. Afirma tener en cuenta todas las premisas teóricas de la
economía crítica, pero olvida la ley del trabajo socialmente necesario. Olvida
completamente la parte de la cuestión tratada en el volumen primero, lo cual le
habría ahorrado toda esta serie de errores; el olvido es tanto más grave cuanto
que él mismo reconoce que en el volumen tercero la sección dedicada a la ley de
la caída tendencial es incompleta, está sólo esbozada, etc.: razón perentoria para
estudiar todo lo que el mismo autor había escrito del mismo tema en otros
lugares *.
* La
cuestión del texto del tercer volumen puede volverse a estudiar ahora que,
según creo, se dispone de la edición diplomática del conjunto de apuntes y de
notas que habrían servido para la redacción definitiva. No hay que excluir que
en la edición tradicional se hayan descuidado pasos que, tras las polémicas
ocurridas, podrían tener una importancia mucho mayor que la que pudo imaginar
el primer ordenador de los materiales [155 Engels]. Un técnico de la economía
tendría que recoger, además, la fórmula general de la ley de la caída
tendencial, la que fija el momento en el cual la ley misma se verifica, y
establecer críticamente toda la serie de pasos que conducen tendencialmente a
ella como conclusión lógica.
Es necesario explicitar el
acento que ha de tener "tendencial" cuando se refiere a la ley de
caída del beneficio. Es evidente que en este caso la tendencialidad no puede
referirse sólo a las fuerzas opuestas que actúan en la realidad cada vez que se
abstraen de ella algunos elementos aislados para construir una hipótesis
lógica. Como la ley es el aspecto contradictorio de otra ley, la de la
plusvalía relativa que determina la expansión molecular del sistema de fábrica,
o sea, el desarrollo mismo del modo de producción capitalista, no puede
tratarse de fuerzas contrarias como las de las hipótesis económicas comunes. En
este caso la fuerza contraria se estudia ella misma orgánicamente y produce
otra ley no menos orgánica que la de la caída. El significado de
"tendencial" debe ser, según parece, de carácter
"histórico" real y no metodológico: el término sirve precisamente
para indicar ese proceso dialéctico por el cual el empuje molecular progresivo lleva
a un resultado tendencialmente catastrófico en el conjunto social, resultado
del que parten otros empujes aislados progresivos, en un proceso de superación
continua que, sin embargo, no puede preverse que haya de ser infinito aunque se
disgregue en un número muy grande de fases intermedias de medida e importancia
varias. Por la misma razón no es completamente exacto decir, como hace Croce en
el prólogo a la segunda edición de su libro, que la ley relativa a la
disminución de la tasa de beneficio, si estuviera establecida de un modo exacto
como creía su autor, "significaría, ni más ni menos, el final automático e
inminente de la sociedad capitalista". Nada de automático, ni mucho menos
de inminente. Esa inferencia de Croce se debe simplemente al error de haber
examinado la ley de la caída de la tasa de beneficio aislándola del proceso en
el cual ha sido concebida, y aislándola no con fines científicos de mejor
exposición, sino como si fuera válida de un modo "absoluto", y no
como término dialéctico de un proceso orgánico más amplio. El que muchos hayan
interpretado esa ley del mismo modo que Croce no descarga a éste de una cierta
responsabilidad científica.
Muchas afirmaciones de la
economía crítica han sido "mitificadas" de este modo, y no está dicho
que esa formación de mitos no haya tenido su importancia práctica inmediata ni
pueda seguir teniéndola. Pero se trata de otro aspecto de la cuestión, que no
tiene mucho que ver con el planteamiento científico del problema ni con la
deducción lógica; ese otro aspecto podrá examinarse en el terreno de la crítica
de los métodos políticos y de los métodos de la política cultural. Es probable
que en este terreno se demuestre al final la ineptitud y la naturaleza aún más
dañina del método político que consiste en forzar arbitrariamente una tesis
científica para obtener de ella un mito popular energético y propulsor; ese
método podría compararse con el uso de los estupefacientes, que crean un
instante de exaltación de las fuerzas físicas y síquicas, pero debilitan
permanentemente el organismo.
Nota 1.
La ley tendría que estudiarse sobre la base del taylorismo y del fordismo. ¿No
son esos dos métodos de producción y trabajo intentos progresivos de superar la
ley tendencial, eludiéndola mediante la multiplicación de las variables en las
condiciones del aumento progresivo del capital constante? Las variables son
éstas (entre las más importantes; pero a partir de los libros de Ford se podría
construir una lista más completa y muy interesante): 1) las máquinas
constantemente introducidas son más perfectas y refinadas; 2) los metales más
resistentes y de mayor duración; 3) se crea un tipo nuevo de obrero,
monopolizado mediante salarios altos; 4) disminución del desecho de materiales
de fabricación; 5) utilización cada vez más amplia de subproductos cada vez más
numerosos, o sea, ahorro de desechos que antes eran inevitables, ahorro
posibilitado por la gran dimensión de la empresa; 6) utilización de las
energías caloríficas desperdiciadas: por ejemplo, el calor de los altos hornos,
que antes se perdía en la atmósfera, se introduce en sistemas de tuberías y
calienta las habitaciones, etc. La selección de un nuevo tipo de obrero
posibilita, mediante la racionalización tayloriana de los movimientos, una
producción relativa y absolutamente mayor que antes, con la misma fuerza de
trabajo. Con cada una de estas innovaciones el industrial pasa de un período de
costes crecientes (o sea, de disminución de la tasa de beneficio) a un período
de costes decrecientes, en la medida en que consigue disfrutar de un monopolio
de iniciativa que puede durar (relativamente) mucho. El monopolio dura mucho
también por causa de los altos salarios que estas industrias progresivas
"tienen que" dar si quieren formar un personal seleccionado y si
quieren disputar a los competidores los obreros mejor predispuestos desde el
punto de vista sicológico a las nuevas formas de producción y de trabajo
(recordar el hecho análogo del senador Agnelli que, para absorber en la Fiat las demás empresas
automovilísticas, comprometió a todos los obreros planchistas de la plaza con
altos salarios; las demás fábricas, así privadas de sus secciones
especializadas en la producción de guardabarros, intentaron resistir fabricando
guardabarros de contraplacado, pero la innovación fracasó y tuvieron que capitular).
La extensión de los nuevos métodos determina una serie de crisis, cada una de
las cuales vuelve a plantear los mismos problemas de los costes crecientes y
cuyo ciclo puede estimarse como recurrente mientras: 1) no se alcance el límite
extremo de resistencia del material; 2) no se alcance el límite en la
introducción de nuevas máquinas automáticas, o sea, el límite constituido por
la relación última entre hombres y máquinas; 3) no se alcance el límite de
saturación industrial mundial, teniendo en cuenta la tasa de aumento de la
población (que, por lo demás, disminuye al difundirse el industrialismo) y de
la producción para renovar la mercancía de uso y los bienes instrumentales. La
ley tendencial de la disminución de la tasa de beneficio estaría, pues, en la
base del americanismo, o sea, sería la causa del acelerado ritmo del progreso
de los métodos de trabajo y de producción, y de modificación del tipo
tradicional de obrero. (C. XXXIII; I.M.S. 211-215; el apunte es completo: no
hay nota II.)
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