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martes, 17 de abril de 2012

La ley de la caida tendencial de la tasa de ganancia.



Un muy instructivo texto en el cual Gramsci critica al filosofo y político Benedetto Croce por su erronea interpretación de esta ley, definida por Marx como"la mas importante de la economía política". 

La caída tendencial de la tasa de beneficio. En el escrito acerca de la caída tendencial de la tasa de beneficio hay que registrar un error fundamental de Croce. Este problema está ya planteado en el primer volumen del Capital, donde se habla de la plusvalía relativa; en el mismo punto se observa que en este proceso se manifiesta una contradicción, o sea: mientras que, por un lado, el progreso técnico permite una dilatación de la plusvalía, por la otra determina, a causa del cambio que introduce en la composición del capital, la caída tendencial de la tasa de beneficio, y esto se demuestra en el tercer volumen del Capital: Croce presenta como objeción a la teoría expuesta en el tercer volumen la parte del estudio del tema contenida en el volumen primero, o sea: expone como objeción a la ley tendencial de la caída de la tasa de beneficio la demostración de la existencia de una plusvalía relativa debida al progreso técnico, pero sin aludir en absoluto al volumen primero, como si la objeción procediera de su cerebro, o como si fuera, incluso, una cuestión de sentido común.
En cualquier caso, hay que precisar que la cuestión de la ley tendencial de la tasa de beneficio no puede estudiarse solamente en base a la exposición dada en el volumen tercero: este estudio es el aspecto contradictorio del que se da en el volumen primero, y del cual no puede separarse. Además, habrá que determinar tal vez mejor la significación de ley "tendencial"; puesto que toda ley en la Economía política tiene que ser tendencial --dado que se obtiene aislando un determinado número de elementos y pasando, por tanto, por alto las fuerzas contraoperantes-- habrá quizá que distinguir un grado mayor o menor de tendencialidad, y mientras que por lo general el adjetivo "tendencial" se entiende como obvio, se insiste, en cambio, en él cuando la tendencialidad se convierte en un carácter orgánicamente importante, como en este caso en que la caída de la tasa de beneficio se presenta como el aspecto contradictorio de otra ley, la de la producción de la plusvalía relativa, y la una tiende a dominar a la otra con la previsión de que la caída de la tasa de beneficio prevalecerá. ¿Cuándo se puede imaginar que la contradicción llegará a un nudo gordiano, irresoluble normalmente y necesitado de la intervención de una espada de Alejandro? Cuando toda la economía mundial sea capitalista y haya conseguido un cierto grado de desarrollo; o sea, cuando la "frontera móvil" del mundo económico capitalista haya alcanzado sus columnas de Hércules. Las fuerzas que contrarrestan la ley tendencial y que se resumen en la producción de una plusvalía relativa creciente tienen sus límites, dados, por ejemplo, técnicamente por la extensión y la resistencia elástica de la materia, y socialmente por la medida soportable de paro en una determinada sociedad. O sea: la contradicción económica se convierte en contradicción política y se resuelve políticamente en una inversión de la práctica *.
* Acerca del tema de la disminución tendencial de la tasa de beneficio, recordar un trabajo reseñado en el primer año de los Naovi Studi y debido a un economista alemán, discípulo disidente de Franz Oppenheimer, y un volumen, más reciente, de Grossmann, reseñado en la revista Economia, de Trieste, y en la Critique Sociale, de Lucien Laurat.
Hay que observar, además, que Croce olvida en su análisis un elemento fundamental de la formación del valor y del beneficio, o sea, el "trabajo socialmente necesario", cuya formación no puede estudiarse ni registrarse en una sola fábrica o empresa. El progreso técnico da precisamente a la empresa individual la chance molecular de aumentar la productividad del trabajo por encima de la media social, y realizar, por tanto, beneficios excepcionales (como se estudia en el primer volumen), pero, en cuanto que el progreso en cuestión se socializa, esa posición inicial se pierde gradualmente y funciona la ley de la media social del trabajo, la cual baja los precios y los beneficios a través de la concurrencia: en este punto se tiene una caída de la tasa de beneficio, porque la composición orgánica del capital se manifiesta desfavorable. Los empresarios tienden a prolongar cuanto les es posible la chance inicial, incluso por medio de la intervención legislativa: defensa de las patentes, de los secretos industriales, etc., intervención que, de todas maneras, tiene que ser limitada a algunos aspectos del progreso técnico, aunque sin duda tenga un peso nada despreciable. El medio más eficaz de los empresarios individuales para evitar la ley de la caída consiste en introducir incesantemente nuevas modificaciones progresivas en todos los campos del trabajo y de la producción, sin descuidar las aportaciones mínimas de progreso que, multiplicadas a gran escala en las empresas muy grandes, dan resultados muy apreciables. Toda la actividad industrial de Henry Ford se puede estudiar desde este punto de vista: una lucha continua, incesante, para eludir la ley de la caída de la tasa de beneficio manteniendo una posición de superioridad sobre sus competidores. Ford ha tenido que rebasar el campo estrictamente industrial de la producción para organizar también el transporte y la distribución de su mercancía, determinando así una distribución de la masa de la plusvalía más favorable al industrial productor.
El error de Croce tiene naturaleza varia: parte del presupuesto de que todo progreso técnico determina inmediatamente, como tal, una caída de la tasa de beneficio, cosa errónea, porque El Capital afirma sólo que el progreso técnico determina un proceso de desarrollo contradictorio, uno de cuyos aspectos es la caída tendencial. Afirma tener en cuenta todas las premisas teóricas de la economía crítica, pero olvida la ley del trabajo socialmente necesario. Olvida completamente la parte de la cuestión tratada en el volumen primero, lo cual le habría ahorrado toda esta serie de errores; el olvido es tanto más grave cuanto que él mismo reconoce que en el volumen tercero la sección dedicada a la ley de la caída tendencial es incompleta, está sólo esbozada, etc.: razón perentoria para estudiar todo lo que el mismo autor había escrito del mismo tema en otros lugares *.
* La cuestión del texto del tercer volumen puede volverse a estudiar ahora que, según creo, se dispone de la edición diplomática del conjunto de apuntes y de notas que habrían servido para la redacción definitiva. No hay que excluir que en la edición tradicional se hayan descuidado pasos que, tras las polémicas ocurridas, podrían tener una importancia mucho mayor que la que pudo imaginar el primer ordenador de los materiales [155 Engels]. Un técnico de la economía tendría que recoger, además, la fórmula general de la ley de la caída tendencial, la que fija el momento en el cual la ley misma se verifica, y establecer críticamente toda la serie de pasos que conducen tendencialmente a ella como conclusión lógica.
Es necesario explicitar el acento que ha de tener "tendencial" cuando se refiere a la ley de caída del beneficio. Es evidente que en este caso la tendencialidad no puede referirse sólo a las fuerzas opuestas que actúan en la realidad cada vez que se abstraen de ella algunos elementos aislados para construir una hipótesis lógica. Como la ley es el aspecto contradictorio de otra ley, la de la plusvalía relativa que determina la expansión molecular del sistema de fábrica, o sea, el desarrollo mismo del modo de producción capitalista, no puede tratarse de fuerzas contrarias como las de las hipótesis económicas comunes. En este caso la fuerza contraria se estudia ella misma orgánicamente y produce otra ley no menos orgánica que la de la caída. El significado de "tendencial" debe ser, según parece, de carácter "histórico" real y no metodológico: el término sirve precisamente para indicar ese proceso dialéctico por el cual el empuje molecular progresivo lleva a un resultado tendencialmente catastrófico en el conjunto social, resultado del que parten otros empujes aislados progresivos, en un proceso de superación continua que, sin embargo, no puede preverse que haya de ser infinito aunque se disgregue en un número muy grande de fases intermedias de medida e importancia varias. Por la misma razón no es completamente exacto decir, como hace Croce en el prólogo a la segunda edición de su libro, que la ley relativa a la disminución de la tasa de beneficio, si estuviera establecida de un modo exacto como creía su autor, "significaría, ni más ni menos, el final automático e inminente de la sociedad capitalista". Nada de automático, ni mucho menos de inminente. Esa inferencia de Croce se debe simplemente al error de haber examinado la ley de la caída de la tasa de beneficio aislándola del proceso en el cual ha sido concebida, y aislándola no con fines científicos de mejor exposición, sino como si fuera válida de un modo "absoluto", y no como término dialéctico de un proceso orgánico más amplio. El que muchos hayan interpretado esa ley del mismo modo que Croce no descarga a éste de una cierta responsabilidad científica.
Muchas afirmaciones de la economía crítica han sido "mitificadas" de este modo, y no está dicho que esa formación de mitos no haya tenido su importancia práctica inmediata ni pueda seguir teniéndola. Pero se trata de otro aspecto de la cuestión, que no tiene mucho que ver con el planteamiento científico del problema ni con la deducción lógica; ese otro aspecto podrá examinarse en el terreno de la crítica de los métodos políticos y de los métodos de la política cultural. Es probable que en este terreno se demuestre al final la ineptitud y la naturaleza aún más dañina del método político que consiste en forzar arbitrariamente una tesis científica para obtener de ella un mito popular energético y propulsor; ese método podría compararse con el uso de los estupefacientes, que crean un instante de exaltación de las fuerzas físicas y síquicas, pero debilitan permanentemente el organismo.
Nota 1. La ley tendría que estudiarse sobre la base del taylorismo y del fordismo. ¿No son esos dos métodos de producción y trabajo intentos progresivos de superar la ley tendencial, eludiéndola mediante la multiplicación de las variables en las condiciones del aumento progresivo del capital constante? Las variables son éstas (entre las más importantes; pero a partir de los libros de Ford se podría construir una lista más completa y muy interesante): 1) las máquinas constantemente introducidas son más perfectas y refinadas; 2) los metales más resistentes y de mayor duración; 3) se crea un tipo nuevo de obrero, monopolizado mediante salarios altos; 4) disminución del desecho de materiales de fabricación; 5) utilización cada vez más amplia de subproductos cada vez más numerosos, o sea, ahorro de desechos que antes eran inevitables, ahorro posibilitado por la gran dimensión de la empresa; 6) utilización de las energías caloríficas desperdiciadas: por ejemplo, el calor de los altos hornos, que antes se perdía en la atmósfera, se introduce en sistemas de tuberías y calienta las habitaciones, etc. La selección de un nuevo tipo de obrero posibilita, mediante la racionalización tayloriana de los movimientos, una producción relativa y absolutamente mayor que antes, con la misma fuerza de trabajo. Con cada una de estas innovaciones el industrial pasa de un período de costes crecientes (o sea, de disminución de la tasa de beneficio) a un período de costes decrecientes, en la medida en que consigue disfrutar de un monopolio de iniciativa que puede durar (relativamente) mucho. El monopolio dura mucho también por causa de los altos salarios que estas industrias progresivas "tienen que" dar si quieren formar un personal seleccionado y si quieren disputar a los competidores los obreros mejor predispuestos desde el punto de vista sicológico a las nuevas formas de producción y de trabajo (recordar el hecho análogo del senador Agnelli que, para absorber en la Fiat las demás empresas automovilísticas, comprometió a todos los obreros planchistas de la plaza con altos salarios; las demás fábricas, así privadas de sus secciones especializadas en la producción de guardabarros, intentaron resistir fabricando guardabarros de contraplacado, pero la innovación fracasó y tuvieron que capitular). La extensión de los nuevos métodos determina una serie de crisis, cada una de las cuales vuelve a plantear los mismos problemas de los costes crecientes y cuyo ciclo puede estimarse como recurrente mientras: 1) no se alcance el límite extremo de resistencia del material; 2) no se alcance el límite en la introducción de nuevas máquinas automáticas, o sea, el límite constituido por la relación última entre hombres y máquinas; 3) no se alcance el límite de saturación industrial mundial, teniendo en cuenta la tasa de aumento de la población (que, por lo demás, disminuye al difundirse el industrialismo) y de la producción para renovar la mercancía de uso y los bienes instrumentales. La ley tendencial de la disminución de la tasa de beneficio estaría, pues, en la base del americanismo, o sea, sería la causa del acelerado ritmo del progreso de los métodos de trabajo y de producción, y de modificación del tipo tradicional de obrero. (C. XXXIII; I.M.S. 211-215; el apunte es completo: no hay nota II.)

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